Madre

Los poetas me han robado todas y cada una de la palabras mágicas para decirte lo mucho que te amo, lo mucho que te admiro madre, lo mucho que significan todas las madres del mundo… pero no necesitamos frases adornadas que nos describan rosas hermosas, o bellas diosas, si basta nomás con pronunciar la palabra que el corazón se hinche de amor y gratitud.

No necesitamos buscar una varita mágica ni adentrarnos en el mundo encantado de cuentos de hadas para encontrar a la reina del universo, a esa mujer llamada madre.
Madre, todo lo puedes, sufres el dolor de tu hijo amado; lo puedes todo y lo demuestras con un corazón tan frágil, pero tan de acero para defenderlo.
Madre, eres capaz de salir tras el viento, si el viento se atreve a lastimar a tus hijos; madre, tú no necesitas de un calendario ni las agujas de un reloj para llorar en el momento exacto, o reír cuando es necesario para identificarte con tu hijo amado.
Madre, logras girar las nubes grises hacia la luz, para iluminar el camino de tu hijo, para que las sombras no opaquen su caminar y sin embargo, tienes la sabiduría para enseñarle que también las nubes grises también forman parte del paisaje.
Madre, mueves al mundo con tus sueños, pero dejas que los sueños se te escapen, para que tus hijos vivan una realidad de amor, que dejas pasar tu vida para que tus hijos la vivan.
Madre, has parido la abnegación, la ternura, la educación en cada hijo salido de tus entrañas.
Madre admirable, te lanzas con la fuerza de una fiera a la jornada diaria del sagrado trabajo del campo y le pides como bendición divina que germine la semilla que ha de alimentar a tu prole. Madre, diariamente disfrazas tus pesares con tus mejores atuendos y llegas a la oficina con sonrisas de fe y esperanza.
Madre envuelta en los colores del protocolo del uniforme, vistes diariamente para aliviar el dolor físico ignorando el tuyo. 
Te admiro a ti, madre del mercado que vendes el alimento para muchas mesas acompañados de amor y sonrisas, sin importarte el sol inclemente que tuesta tu piel o bajo la lluvia que moja tus sentimientos con gotas de esperanza.
Me maravillo contigo, madre que cargas el dolor de una cruz que apunta a los cuatros puntos cardinales, buscando al hijo ausente, al hijo que se te escapó hacia otra dimensión, y a ti madre que pides por un día, sólo un día mas con el hijo moribundo que no quieres perder, sin embargo lo entregas al Creador para que le alivie su dolor físico.

Por: Amanecer Cautiva









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